Qué se guarden de su ira,
la ira del Hombre Tranquilo,
pues sus ojos son pozos de pena y sulfuro
Durante cuatro décadas madrugó,
obediente de ocho a dos y de cuatro a nueve,
Una mañana se encontró fuera,
con una palmada en la espalda, una sonrisa, una promesa
y hiel en los labios.
Otros hubieran cludicado
pero en la adversidad él halló su poder.
Temed la ira del Hombre Tranquilo.
P.E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario